sábado, 27 de octubre de 2018

Attention, hélicoptère ! (1963)

"¡Atención! ... Helicópteros" (Francia)
de Pierre Schoendoerffer  (1963)

Una joya del cine militar, por favor, disfruten de los 20 minutos excelentemente filmados en territorio alemán ocupado por fuerzas francesas. Definitivamente, una joyita.

Cortometraje dirigido por Pierre Schoendoeffer (1928-2012) para el Departamento de Cine del Ejército (SCA alias ECPAD).



"Mañana, los herederos de la gran caballería - coraceros de la Reina, dragones de Condé, húsares de Lasalle, spahis de Youssouff - por la elasticidad del ala rotatoria, se infiltrarán a través de cualquier terreno de maniobra y de carga."
Pierre Schoendoerffer, "¡Atención! .. Helicópteros" (1963)

La película fue lanzada durante la Guerra Fría, pocos meses después de la guerra de Argelia - un año antes de la guerra de Vietnam - y 16 años antes del primer día del Apocalipsis Now de Cannes de Francis Ford Coppola y sus superposiciones de míticas valquirias. En lugar de Wagner, Peter Schoendoerffer prefería el cuarto movimiento Stürmisch Bewegt de la Sinfonía nº 5 de Mahler. ¡Atención! .. Helicóptero muestra el papel de los helicópteros, especialmente SA3160 Alouette III (1959) y SE3130 Alouette II (1955), a la luz de Aviación del Ejército (ALT).

En 1963, el helicóptero militar se encuentra todavía en su infancia, a pesar de que estuvo en funcionamiento durante la guerra de Indochina y de Argelia, por ejemplo, durante la operación "Jumelles" en Cabilia en 1959 y 1960. Había equipo estadounidense en servicio en el ejército francés desde la década de 1950 - Piasecki H-21, Sikorsky H-19, Sikorsky H-34 - estaba siendo sustituido por helicópteros de fabricación nacional o licencia de Sud-Aviation.

En combate, el helicóptero Alouette II / III estaban armado con lanzadores de cohetes (Matra LR361) y anti-tanque misiles aire-suelo (Nord-Aviation AS11) desarrollados durante la guerra de Argelia. El Coronel de la Fuerza Aérea y politécnico Jean Bastien-Thiry supervisó el diseño de la versión, la construcción y producción en masa del Sol-Sol 11 (SS11 dispositivo) que se derivaba directamente de la AS11. Este cohete es el primer misil antitanque para helicóptero RC SS11/AS11 en el mundo y se ha utilizado - entre otros - por el Ejército de los EE.UU. bajo la denominación AGM-22.

Tenga en cuenta, además de la presencia en la película de varios helicópteros ya mencionados, la aparición en la apertura de AMX-13 VTT, el crucero Colbert C611 de la Armada, un caza Dassault Mirage III, un Panhard EBR (Engin Armored Reconosaince) y la participación del cuarto RTM (Regimiento de Tiradores de Marruecos) antes de su disolución al año siguiente, Marruecos ha dejado de ser un protectorado francés en 1956 (junto con Túnez).

El tiroteo tuvo lugar en la zona francesa de ocupación en el oeste de Alemania (Baden-Württemberg) con la ayuda de las fuerzas francesas en Alemania, probablemente los tanques de la Brigada Mecanizada 5. El Castillo de Hohenzollern (Burg Hohenzollern), que fue construido en las orillas del Mar del Norte desde 1850 hasta 1867 y cuenta con una arquitectura inspirada en los castillos neogóticos y francesa del Loire, está especialmente hecha honrar al final de la película, que no debe confundirse con el famoso castillo de Hohenzollern-Sigmaringen (Schloss Sigmaringen) que aloja el mariscal Pétain y la Delegación del Gobierno francés desde 1944 hasta 1945!

El título de la película "¡Atención ! .. Helicóptero" proviene del famoso libro "Achtung - Panzer!" (Advertencia: Blindados!) que el general alemán Heinz Guderian publicó en 1937. Esta prueba de la estrategia militar exige el desarrollo de las unidades blindadas y expone sus tácticas y su potencial operativo y en Francia, el general Estienne - cuyas teorías fueron llevados a consideración por el general De Gaulle en 1932 y 1934 pionero en este campo desde 1920. La influencia de Achtung - Panzer! fue decisiva en la estrategia alemana (Blitzkrieg) durante la Segunda Guerra Mundial.

Theatrum Belli

miércoles, 17 de octubre de 2018

La PGM en el cine

Trávelin de trinchera

La I Guerra Mundial ha dado muchas menos películas que la segunda, pero más obras maestras


Jacinto Antón | El País


 
Fotograma de "El Barón Rojo" (1971), de Roger Corman


Aeroplanos, cargas de caballería, trincheras, ametralladoras… ¿Cuál es la primera imagen cinematográfica que viene a la cabeza al pensar en las películas sobre la I Guerra Mundial? Hagan la prueba. ¿El lento planear, balanceándose, del triplano de Manfred von Richthofen, con el as herido de muerte a los mandos, en el emocionante filme de Roger Corman de 1971 El Barón Rojo? ¿Los coraceros franceses dando vueltas alegremente en un tiovivo —hasta que la escena se disuelve en una masacre, con los jinetes cayendo del carrusel— del sarcástico musical de 1969 de Richard Attenborough Oh, what a lovely war? ¿La carrera desesperada de Frank Dunne (Mel Gibson) por parar un ataque y salvar a su amigo en Gallipoli, de Peter Weir (1981)? ¿La cabalgada enloquecida entre las alambradas de la tierra de nadie del sufrido caballo Joey de War Horse,de Spielberg (2011)?

Todos esos son grandes momentos, pero la mayoría se inclinará por el famoso, intenso, tremendo trávelin de las trincheras de Senderos de gloria (1957), de Stanley Kubrick, sin duda el momento emblemático y culminante del cine sobre la Gran Guerra, con el coronel francés Dax (Kirk Douglas) avanzando entre sus soldados expectantes preparados para la ofensiva. Esos dos larguísimos minutos, pura historia del cine, insoportables en su tensión, nos arrastran a la esencia de la guerra y la experiencia directa del combate (Ridley Scott homenajeó la escena en Gladiator, con el general Máximo caminando en el pasillo que le abren sus cohortes antes de la batalla en Germania). Dax marcha entre sus hombres por la larga trinchera a la vez resuelto y cariacontecido; los soldados con las bayonetas caladas se apartan esperando sus órdenes. Alrededor caen las bombas, se levantan surtidores de tierra y nubes de humo: se desata un verdadero pandemonio, estrepitosa antesala del infierno. Dax llega hasta un punto en la trinchera, consulta su reloj, saca la pistola, se lleva el silbato a la boca, sube por una escalera de mano, silba —aquí tragamos todos saliva a espuertas— y sale del parapeto: el regimiento va tras él para ser devastado por las ametralladoras y los obuses (y la criminal estulticia de sus generales).


Fotograma de "Senderos de gloria", el filme de 1957 dirigido por Stanley Kubrick y protagonizado por Kirk Douglas



Con Dax y Senderos de gloria —película valiente (vetada en Francia hasta 1975), que refleja sobrecogedoramente la guerra y a la vez la presenta en toda su maldita sinrazón— en vanguardia, la filmografía de la I Guerra Mundial está llena de imágenes y escenas que nos han conmovido hasta lo indecible: el soldado alemán Paul al que le vuela la cabeza un francotirador francés cuando trata de tocar una mariposa fuera de la trinchera al final de Sin novedad en el frente (1930); el momento en que Von Stroheim corta su única flor —un geranio; la justicia poética pedía una amapola— tras la muerte de su estimado prisionero Jean Gabin en La gran ilusión.


Paradójicamente, una primera reflexión es que hay relativamente pocas producciones dedicadas a esa guerra, sobre todo si comparamos con la infinidad que se han hecho sobre la II Guerra Mundial. Los motivos de la absoluta preponderancia de la segunda son varios: evidentemente, está más cerca, somos sus herederos y de alguna manera resultó una continuación conclusiva de la anterior. Fue una guerra mucho más catastrófica, con más del doble de muertos, una incidencia mucho mayor sobre la población civil, los bombardeos sistemáticos de ciudades y, claro, las dos bombas atómicas. La segunda tiene una dimensión moral mayor: hay buenos y malos más claros que en la primera (qué mal malo, y valga el pleonasmo, es el káiser comparado con Hitler: ¡si parece salido de El prisionero de Zenda!). Y sobre todo, la segunda contiene el Holocausto. Añadamos que la segunda, en su movilidad (de la que es paradigma la Blitzkrieg, la guerra relámpago), resulta más cinematográfica que la primera, enfangada en las trincheras, con grandes periodos de inactividad.

De la guerra aérea destacan ‘El Barón Rojo’, ‘Las águilas azules’ y ‘Alas’, cuyo director fue piloto de la Escuadrilla Lafayette

La I Guerra Mundial resulta más incómoda ideológicamente: fue una carnicería absurda, no una guerra buena como la segunda. Si nos fijamos bien, y en ello han puesto el énfasis gran parte de las mejores películas de la contienda, los verdaderos infames de la primera son los políticos y los mandos militares propios, que se dejan arrastrar los primeros a la guerra y la libran los segundos —los Haig, Joffre, Conrad, Moltke— con un absoluto desprecio por las vidas de sus soldados. Ellos son los auténticos enemigos de los combatientes, capaces de malgastarlos a millares en una ofensiva estúpida o de ejecutarlos por no llevar la vestimenta reglamentaria (El pantalón, de Yves Boisset). La mirada positiva del sacrificio de Salvar al soldado Ryan no encuentra equivalente en la Gran Guerra: aquí no se salva nadie y toda muerte —a menudo ante un pelotón de fusilamiento, “blindfold and alone”— es inútil. Frente al optimismo de los filmes de la segunda, en los de la primera dominan el fatalismo y un desolador pesimismo. Eso tampoco hace un cine muy popular.


Fotograma de la serie "Black Adder Goes Forth", con el actor Rowan Atkinson en el papel de un capitán de la IGM



Una mirada más atenta revela no solo que no son tan escasas las películas de la I Guerra (aunque las hay muy poco conocidas, como el biopic del poeta Siegfreid Sasoon Regeneration —¡hasta he localizado una en la que Klaus Kinski encarna a uno de los terroristas del atentado de Sarajevo, Cabrinovic!—), sino que además figuran entre ellas un buen número de auténticas obras maestras, incluso más de las que ha alumbrado su sucesora. Citemos de entrada, junto a Senderos de gloria, la tan poética, tristísima y antibelicista (Goebbels la aborrecía) La gran ilusión, de Jean Renoir (con esos dos militares de casta, el francés prisionero Boieldieu y el alemán Von Rauffenstein, tendiendo puentes humanos por encima de la guerra); Rey y patria, de Joseph Losey, con su pobre zapatero desertor; Sin novedad en el frente, de Lewis Milestone, o Cuatro de infantería, de Georg W. Pabst, por nombrar cuatro joyas, una francesa, una británica, una estadounidense y una alemana, respectivamente. Ahí están también El gran desfile, de King Vidor, o De Mayerling a Sarajevo, de Max Ophuls. Otra película magistral que la gente no asocia de entrada con la Gran Guerra, pese a ser claramente ese su tema, es Lawrence de Arabia, de David Lean. Hay más: la extraordinaria Capitán Conan, de Tavernier —con esos soldados que no entienden por qué no pueden seguir matando después de la guerra (y la brutal escena de la lucha contra el Ejército Rojo cruzando el Danubio)—; y qué decir de la inolvidable irrupción de Charlot en la guerra de trincheras, ¡Armas al hombro! (Chaplin, 1918).

También abordan la I Guerra Mundial filmes tan recordados (aunque no por eso) como La reina de África, de John Huston (1951); Doctor Zhivago y Memorias de África, con la colonia de Kenia movilizada para luchar contra las fuerzas de la Tanganica germana y Karen Blixen (Meryl Streep) primero marginada por su condición de danesa y luego vitoreada por llevar vituallas para las tropas británicas entre las que combate como scout –como en realidad hizo- su amado Denis Finch-Hatton (Redford). Otro filme con I Guerra Mundial, este menor, y que me perdonen los fans de Brad Pitt y su peluquero (acaso el otro Sasoon, Vidal), es Leyendas de pasión, con Tristan Ludlow (Pitt) haciendo literalmente el indio en las trincheras de Francia.

Hay que recordar que existen alrededor de diez veces más películas sobre la Segunda Guerra Mundial que dedicadas a la Primera (a ojo de buen cubero, más de un millar frente a menos de dos centenares). ¿Cuáles consideraríamos de verdad magistrales de la Segunda? De aquí a la eternidad, Salvar al soldado Ryan, El arpa birmana, La delgada línea roja, El puente sobre el río Kwai, Amarga victoria… No salen tantas realmente grandes, por mucho que tengamos debilidad por Los cañones de Navarone, La gran evasión, El desafío de las águilas, La cruz de hierro, o Los héroes de Telemark. Comparativamente igual de populares tenemos una buena cantidad de títulos de la Primera Guerra Mundial, más acá de las obras maestras: El sargento York (sobre el tan certero como íntegro héroe, interpretado por Gary Cooper), Johnny cogió su fusil, Adiós a las armas, Coronel Redl, Las águilas azules, las varias Mata-Hari (una con Sylvia Kristel), La trinchera –sobre un batallón británico en el Somme, con Daniel Craig-…


Fotograma de "la gran ilusión" de Jean Renoir


Temáticamente, el cine nos ha llevado a todos los escenarios y ámbitos de la I Guerra Mundial. La guerra de las trincheras en Francia y Flandes es lo que ha cosechado más películas, y la mayoría de las más famosas (añadamos a las mencionadas Tierra de nadie, con cinco soldados de diferentes ejércitos atrapados en medio de las líneas, y una gran escena de ataque con gas), pero también las han tenido el frente oriental, el frente italiano y la guerra con los austriacos, el frente turco (Jinetes de leyenda, sobre la caballería australiana en Palestina), la guerra en África, el espionaje (Coronel Redl, Mata Hari), los mutilados (El pabellón de los oficiales, Johnny cogió su fusil), el trauma de guerra (el impresionante mediometraje Coward, 2012, la confraternización (Feliz Navidad)…

La guerra aérea, que prácticamente nació entonces, ha originado todo un espléndido subgénero, centrado con frecuencia en el último atisbo de la caballerosidad bélica. Los mencionados filmes El Barón Rojo, con John Phillip Law poniendo un rostro noble y atormentado a Von Richthofen, y Las águilas azules, de John Guillermin, con George Peppard como as que consigue la preciada medalla Blue Max y de retruque a la aún más preciada esposa de su general (¡Ursula Andress!). Ambas películas ofrecen emocionantísimas secuencias de combates en el cielo; (imposible olvidar a Law en el ominoso gesto de armar sus ametralladoras). Aunque seguramente la gran obra (y otra de las creaciones maestras del cine de la contienda) es Alas, de William A. Wellman (1927), que sabía lo que se hacía, no en balde había sido él mismo piloto en la I Guerra Mundial. Incorporado a la Escuadrilla Lafayette, consiguió tres derribos seguros y cinco probables a los mandos de su Nieuport antes de ser derribado y quedar cojo. Alas, con un esfuerzo de producción alucinante para recrear las condiciones del frente (se emplearon 20 cámaras y hasta 60 aviones, todas las secuencias de vuelo son reales), narra un triángulo amoroso con dos aviadores enamorados de la misma mujer. Pese a su intensidad (esa escena de un amigo muriendo en manos del otro que lo ha abatido por equivocación, en una casa en la que se ha empotrado un Fokker), no esperen oír el rugido de los motores y los disparos: es muda.


La guerra aérea que prácticamente nació entonces, ha originado todo un espléndido subgénero

Mención aparte merece Zeppelin (1971), en la que Michael York trataba de obtener los planos del dirigible alemán. Mención aparte también merece la presencia de Elke Sommer.

Dos películas más recientes que a mí me han gustado mucho por recrear muy bien la guerra en el aire con aquellos aeroplanos son Flyboys —tremenda la imagen en la que los jovencitos aviadores del título atacan un dirigible, precisamente, por cuya superficie incendiada corre, mientras se va quedando sin nada bajo los pies, un sufrido tripulante alemán— y el último biopic, alemán, del Barón Rojo (Müllerschön, 2008), con un Richthofen (Matthias Schweighöfer) casi un niño, pero de enorme presencia. Hay que disculpar al director, aparte de una verdadera borrachera de triplanos rojos, la escena inventada en la que el barón y su supuesta némesis, el capitán Roy Brown, se encuentran y departen en tierra de nadie.

Mucha menos suerte ha tenido la guerra en el mar; no hay una gran película. ¡Y mira que hubo grandes episodios y rutilantes aventuras! Desde la batalla de Jutlandia hasta las correrías del velero corsario Seeadler del capitán Von Luckner, sin olvidar a los ases de la guerra submarina. Pocas películas conocidas se pueden citar en este ámbito —Mar de fondo, de John Ford (1931), contaba la historia de un buque trampa que trata de cazar a un submarino—, aunque un repaso concienzudo de la filmografía —véase La primera guerra mundial en el cine, de Emilio G. Romero (T&B, 2013)— revela la existencia de viejos filmes alemanes como Crucero Endem y U-9 Weddigen, ambos de los años veinte, sobre el legendario corsario y el famoso as de los sumergibles que en 1914 hundió tres cruceros británicos en una hora. En el ámbito también de las rarezas, Afrika mon amour, en la que aparece el héroe del África alemana comandante Paul von Lettow-Vorbeck y se reproduce la famosa batalla de Tanga, y Maciste alpino, con el forzudo del péplum convertido en soldado italiano en lucha contra los austriacos en los Dolomitas.

A recordar también la serie televisiva Black Adder goes Forth, en la que el personaje interpretado por Rowan Atkinson se convierte en un capitán de la I Guerra Mundial que trata por todos los medios de escapar con sus hombres de la masacre de las trincheras. La serie fue recientemente motivo de controversia porque el Gobierno conservador británico la puso como ejemplo de una visión “distorsionada” de la guerra que culpabilizaba a los oficiales del alto mando y los hacía aparecer como unos mastuerzos criminales. Con la historia y el cine en la mano, solo podemos estar de acuerdo con la versión de la serie.

En su libro, Romero recuerda que en la época el gesto de filmar, dándole a la manivela de la cámara, se parecía mucho al manejo de una ametralladora, y que los oficiales decían a los servidores del arma, "cinematografíame a esos tipos" para que dispararan contra los atacantes. Una imagen perturbadora que hace más impactantes aún las relaciones entre I Guerra Mundial y cine. Aeroplanos, cargas de caballería, trincheras, ametralladoras…

martes, 9 de octubre de 2018

11 errores notables en películas de guerra

11 errores ridículos hechos en las películas de guerra

Jeremy Lyons | War is Boring



PELÍCULA 'ENEMIGO EN LAS PUERTAS' POR JEAN-JACQUES ANNAUD (Foto de Siemoneit / Sygma a través de Getty Images)




Una de las bombas más grandes de la carrera de Ben Affleck, y ha habido varias, es una de las películas de guerra con más errores que Hollywood ha producido: Pearl Harbor (2001). No fue solo una mala película de Affleck, es una de las muchas películas que salen de la "fábrica de sueños" de Hollywood que no parece acertar al contar narraciones de la guerra.

Por supuesto, los cineastas tienen que mejorar las historias para atraer al público a los cines. Pero la precisión a menudo se sacrifica en el proceso. En Pearl Harbor, el personaje de Affleck es un miembro de la Fuerza Aérea que se une al Eagle Squadron.



En realidad, eso no podría suceder. Tampoco habría volado un avión polaco, como lo hace en la película. Esta película está plagada de tantos errores como balas, y las malas críticas siguieron rápidamente a su lanzamiento.


Fotografía de Battleship Row tomada desde un avión japonés al comienzo del ataque. La explosión en el centro es un golpe de torpedo en el USS West Virginia. Se pueden ver dos aviones japoneses atacantes: uno sobre el USS Neosho y otro sobre el Astillero Naval.

Hollywood a veces es presa de servir como propaganda, y no hay mejor ejemplo que la película de 1968 de John Wayne, The Green Berets. En verdad, la película estaba tratando de vender al público en una guerra impopular en Vietnam.



Casi todo sobre la película, desde el uso de bosques en lugar de una jungla, está mal. El desempeño de Wayne es increíble: está envejeciendo, tiene sobrepeso y está distraído, un hombre al que nunca se le permitiría ingresar al campo en el ejército real.



Incluso un ganador de Mejor Película como The Hurt Locker puede hacerlo mal. Los veteranos se quejaron de que esta representación de un escuadrón de bombardeos en Irak no se parecía a la realidad. En la película, los soldados no están supervisados ​​y son hoscos con los oficiales, ninguno de los cuales es justo o exacto, según el personal del ejército.


John Wayne (centro), de la película El día más largo

La Segunda Guerra Mundial es probablemente el terreno más fértil para los cineastas, pero eso también lo hace propicio para la reinvención creativa.



Windtalkers, una película de 2002 sobre el papel de los nativos americanos en la Segunda Guerra Mundial, los describe ayudando a las fuerzas de los Estados Unidos a enviarse mensajes codificados en Navajo. Pero también los muestra como desechables. A sus guardaespaldas se les dice que los maten en lugar de dejarlos caer en manos del enemigo. Esta película no pudo encontrar una audiencia, excepto quizás en Netflix.


Un Hablador de código navajo transmite un mensaje en una radio de campo. Los que hablaban en el código sirvieron en el Pacífico Sur durante la Segunda Guerra Mundial y se mantuvieron en secreto hasta 1968, cuando finalmente se desclasificó el código de Navajo.

Algunos errores son menos graves que otros. En 2006, Flyboys dramatizó la batalla entre los pilotos de EE. UU. Y el Luftstreitkräfte alemán.
Pero usaba los aviones equivocados. Los productores dijeron que era para que las audiencias pudieran distinguir una de la otra, lo que parecía bastante justo hasta que se reveló que un asesor militar de la película había inventado su registro de servicio.



Una película de 2000, U-571, recibió el reproche del miembro del más alto rango del gobierno británico en ese momento, el primer ministro Tony Blair. La película acreditó a Estados Unidos con la decodificación de la máquina del Enigma Nazi en 1941. Los Estados Unidos ni siquiera habían entrado en la guerra para ese entonces, y mucho menos habían descifrado el código.



Ese éxito fue alcanzado por la Royal Air Force, lo que provocó que el primer ministro británico llamara a la película "un insulto". El Juego de Imitación siguió unos años más tarde, una película muy aclamada que contaba la verdadera historia de la primera máquina Enigma y fue nominada varios oscars


Heinz Guderian con una máquina Enigma en un Sd.Kfz. 251 de media vía se utiliza como centro de comando móvil durante la batalla de Francia. Por Bundesarchiv, Bild CC-BY-SA 3.0.

Enemy At The Gates (2001) contó una historia de la Segunda Guerra Mundial desde un ángulo diferente, la de un francotirador soviético. La película está basada en el soldado real, Vasily Zaytsev, pero se cree que contiene dos errores críticos.

En primer lugar, muestra al Ejército Rojo gravemente mal equipado, lo cual no era cierto. En segundo lugar, muestra un encuentro individual entre el francotirador ruso y su oponente nazi, que los expertos creen que probablemente no sucedió.



The Battle Of The Bulge, lanzado en 1965, es una película muy admirada, pero también se equivocó bastante. Esta película épica muestra la famosa batalla que se libra en una tierra plana, pero la verdadera sucedió en un bosque. La batalla de la película se rodó en un clima "fácil", mientras que la real estaba plagada de nieve y lluvia. Finalmente, los tanques en el lado nazi eran claramente hechos en Estados Unidos.


Vasily Zaytsev, izquierda, y francotiradores soviéticos equipados con Mosin-Nagant M1891 / 30 con alcance PE en Stalingrado, diciembre de 1942.

Una película sobre la Segunda Guerra Mundial que trató de ser menos deprimente que la mayoría fue Red Tails, lanzada en 2002. Contó la historia del primer escuadrón aéreo afroamericano, pero en su deseo de ser positivo, cometió errores. En realidad, el escuadrón no tenía ases y, 25 bombarderos perdieron la vida ante las fuerzas enemigas. Sin embargo, la película no muestra esto, lo que implica que el equipo tuvo una tasa de supervivencia perfecta.




Pilotos de un escuadrón de caza de las Fuerzas Aéreas del Ejército de los EE. UU., acreditados por derribar 8 de los 28 aviones alemanes, 1944.

Presentar a las Fuerzas Armadas de manera negativa se ha convertido en un enfoque popular en estos días, como en Jarhead, lanzado en 2005. Esta película trata sobre la primera Guerra del Golfo y se desarrolla en los años noventa. Los funcionarios afirman que los severos métodos de entrenamiento que se muestran, durante los cuales muere un soldado, son injustos. Creen que la película hace que la vida del ejército parezca innecesariamente dura y argumentan que no se dejaría morir a los soldados en el campo de batalla. Los funcionarios declararon públicamente su descontento.



La guerra es un terreno fértil para que los cineastas puedan arar. No siempre lo hacen bien, de hecho, a menudo lo hacen mal. Pero siempre apuntan a esa cualidad esquiva, sin importar el género que minen: el entretenimiento que suena verdadero.